Si mis ojos fieles y devotos me traicionaran
de ese modo, conviértanse mis lágrimas en fuego.
Y que estos herejes -inundados en lágrimas otrora-
transparentes, y nunca prestos a morir, ardan por falsos.
Yace ahora la antigua pasión en su lecho de muerte,
pugna por sucederle un nuevo afecto;
aquella por cuyo amor alguien quiso morir
no es nadie, comparada con la hermosa Julieta.
De nuevo, ama Romeo, y es correspondido,
embrujados, los dos, al encontrar sus ojos.
Pero él ha de sufrir, pues ella es su enemiga;
y ella, apartarla dulce tentación de los cebos terribles,
pues, siendo él adversario, no deberá acceder
a promesas de amor que los amantes hacen;
y, estando enamorada, se le niega
la ocasión de encontrar a su amado en parte alguna;
mas el tiempo da medios, y fuerzas la pasión
para encontrarse; dolor y ventura, en extremo, atemperan.
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