Reina de la belleza
de tan solo 17 años, tuvo algunos problemas consigo misma. Él siempre estuvo
allí para ayudarla, ella siempre perteneció a otro hombre. Condujo millas y
millas y acabó en su puerta, la tuvo muchas veces pero de alguna manera quería
más. A él no le importaba pasar todas las noches por su puerta bajo la lluvia,
mirar a la chica con la sonrisa rota y preguntarle si quisiera quedarse un
rato. Ella tendía a ser muy insegura ya que no todo era arcoíris y mariposas, era
el compromiso el que le hacía pensárselo demasiado. Su corazón siempre estaba
lleno y su puerta siempre abierta así que ella podía entrar cuando quisiese. Para
él un adiós no significaba nada en absoluto porque yo volvía y le rogaba que me
hiciera recuperarme cada vez que caía.
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