Emoción. Sin
ella acabaríamos con nuestra existencia, acabaríamos con una vida tan monótona
que no merecería la pena vivirla ni un solo segundo más. Todo se tiene que
vivir de una forma descaradamente emocionante, viva. Experimentar todo lo
posible, millones de cosas para que cuando llegue tu día puedas decir que has
vivido plenamente. A todos nos pasa; llega el día y te pones a reflexionar ¿Es
emocionante mi vida? En cierto punto, no me puedo quejar pero tampoco puedo estar
orgullosa porque mis experiencias básicamente se basan una y otra vez en lo
mismo, condenada a repetir el mismo esquema hasta llegar a tal punto de caer en
la rutina de todos los días. Por eso ahora intento vivir al máximo aunque me
cuesta salir de la monotonía, hacer todo lo que una vez no hice por miedo, por preocupación,
por personas secundarias, o por el
simple temor hacia las equivocaciones. El día de hoy es mío y ¿sabes qué? Pienso
disfrutarlo hasta que duela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario