Tú, tú que me quitas todo lo que tengo, que me sobreproteges, que
me haces sentir como una niña pequeña. Tú, que no te das cuenta de lo que estás
haciendo, que me estás quitando mi libertad poco a poco, que tengo casi 17 años
y en la puerta de la casa tengo que estar a las 10 como mucho. Tú, que sin darte
cuenta me estás quitando mi adolescencia, me estás haciendo ya una adulta y no
puedo disfrutar de estos pocos años que me quedan, que no permites que cometa
mis propios errores para aprender de ellos. Déjame, que yo necesito aprender de
la vida por mí misma. Deja de evitar cosas que son obvias que algún día haré,
porque no podrás evitarlo durante mucho más tiempo. Que no pueda ir a ciertos
sitios por tu estúpido miedo a que haga algo. Que estoy harta, ¿me entiendes?
Harta, de ti y de tus putos miedos; harta de tener que estar mintiendo porque
me da pánico tu respuesta, que no me permitas hacer cosas, que para la edad que
tengo ya he aprendido lo que he podido aprender por mi cuenta, que hay cosas
malas, cosas buenas, alucinantes… y yo sé lo que me conviene, pero aún así me prohíbes
todo lo que moralmente no te parece bien. Entiéndeme, igual que yo te entiendo
a veces, que necesito que me dejes libre, que haga las cosas como yo creo que
se deban hacer o como no, aprendiendo de mis actos. Estás obstaculizando mi
vida, la que tengo que vivir ahora. Me estás reprimiendo y aunque seas mi madre, siempre te lo tendré
en cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario